martes, 25 de agosto de 2009

Esta historia está dividida en tres etapas.


La Primera:
Sucedió en el año 86, mi abuela estaba a horas de morir y estaba sentada en un sillón al lado de su cama, dentro de su dormitorio. Ella de cáncer al pulmón tosía mucho y yo con 7 años entraba corriendo para verla sin saber que pasaba, la miraba y mal sin saber porque, la imagen de ella eran sus pantuflas blancas como las hacia sonar.
La Segunda:
Mi dormitorio ya no existe, vivo en Buenos Aires, ya para que tener un dormitorio para mi, mi hermana se caso y se fue, pero dentro de todo queda un dormitorio aparte donde duermen mis padres.
La tercera parte:
Llegue un día imprevisto (agosto del 2009) y como es de costumbre mi hermana viene a visitarme; los cuatro nos quedamos conversando hasta tarde, tan tarde como para que vaya a dormir a su departamento.
Ella durmió en el cuartito y mis padres en su dormitorio, yo dormí en la sala echado en el sillón de cuero y bastante cómoda.
Estaba cubierto hasta la mitad y tenía un cojín encima de la cara, cojín de sala, color marrón y cuadrado, no me cubría toda la cara.

Conclusión:
Entonces siento que alguien viene corriendo desde el dormitorio donde mi abuela estaba, se para a mi costado, se queda mirando y no me dice nada.
Era mi abuela que me dio la bienvenida.
Solo me quedé dormido.

La foto muestra el sillón donde me quedé dormido.

miércoles, 22 de julio de 2009

Mirada nocturna … !!!

En mi habitación duerme alguien parado al lado de la puerta y no dice nada ….
Lo que sé, es que se queda mirando nada mas …
Murió hace tiempo ...
Ya se dió cuenta que estoy escribiendo sobre él y está atrás mio ... ahora a mi lado izquierdo, no me puede decir nada, solo mira.
Se me cortó la conexión a internet ...
De nuevo atrás mío ...
Es pasada las doce del medio día ...
Poca luz pero la mirada no deja de mirar ...
Saludos
Chris ...

domingo, 14 de junio de 2009

... !!!

El domingo entré en la habitación donde, de momento, están guardadas todas mis cosas. Y me dio un vuelco el corazón. Llevo 9 meses viviendo sin ninguna de todas estas cosas. ¿Realmente las necesito?

Los seres humanos tenemos la extraña costumbre de acumular y acumular como si nos fuera la vida en ello. No sé muy bien por qué esto es así. Quizás, inconscientemente, pensamos que el lastre, de alguna forma, da más solidez a nuestros pasos sobre la tierra, que nuestra huella es más profunda y será más duradera. O, quizás, no pensamos nada, y simplemente amontonamos, por costumbre, por dejadez, por inercia. Ante estas dos opciones, mi fe en el ser humano me hace preferir la primera que, al menos, podría tener una disculpa de tipo psicológico (el miedo a la muerte, a la desaparición de lo que eres y esas cosas relacionadas con el ego, que se escapan de mi campo de conocimiento...

Sin embargo, la vida nos da constantes pistas de la plenitud que se encuentra en el viajar ligero de equipaje. En este sentido, creo que nunca he sido más feliz que en mi primer recorrido. Llevaba una maleta pequeña, con tres pantalones, cuatro camisetas, ropa interior y -eso sí- tres libros. Y no eché nada de menos...